el frío celeste comienza a treparse desde los descuidos , metiendose por debajo de la ropa, escurridizo, y exterminador.
llega de a poco y es entonces que entumece los extremos.
pero no llega a todos lados. no congela ni enfría los deseos ni las cosquillas de las ensías.
y así pienso, cada vez más velozmente, que nada mejor sería que esa imprudente e inoportuna distancia se evapore con el calor de la adherencia empesinada.
y así, entre el desorden de pieles, cada vez menos blancas, adormecerme canturreando algún pasaje de mi biblia roja y carnosa.
y ojalá, ojalá, ojalá que una gravedad horizontal recaiga sobre el mundo.
( engatusar a algún tiempo libiano, inmoral y
pito catalán a las barreras, barreras que ya no. ahora soplidos faborables.)
sonreir
solo y por placer
No hay comentarios:
Publicar un comentario