
y dice, sin sutilezas ni palabras ruidosas que se confunden con humos impronunciables" el verdadero gusto del amor está en la miel del carozo".
y desde ese entonces intimidé al resto( al resto de los frutos) buscando la dulce sustancia ambarina.
pasó el tiempo y mi jardín( olor cítrico) era ahora lugar de festín de cáscaras y humedades de colores. pero aquel misterioso carozo rasjuñaba ausente.
fue entonces que, entre brumas agenas, arquitecturas desconocidas y una sabiduría espectante y tímida, que comencé a amar a alguien.
instantes entretejidos, tan tibios como un zumbido intimo bajo algun otoño, me hicieron descontracturar de un tiempo acelerado.
las palabras pronunciadas en la innaguración del relato cada vez cobraban menos sentido y me hacían arder los arañazos de los frutos sin miel: no era indispensable.
entonces nació.
nació tostada y latente. sonrisa blanda.
ojitos de miel.
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