Jóvenes juegan en una casa. Entramos por una ventana en el techo. Un techo de vidrio. Venimos
viajando desde muy lejos y nos parece un buen lugar para descansar la vista un rato. Parece un
lugar casi vacío. Si, acogedor. Dos jóvenes juegan al ping pong mientras tanto una muchacha de
shorts y pelo corto teclea algunas cosas en la computadora. Cosas que no llegamos a leer y que
tampoco nos importa mucho. Vemos un poco de desorden, vemos todas las paredes blancas.
Ah, no todas; una de las paredes de la casa, la más cercana a la muchacha, es celeste. Mal gusto.
Volvemos al partido que pica en la habitación adyacente ( al rato vemos que no hay muchas más
habitaciones en la casa. Está chica). Va ganando uno de los dos jóvenes. El otro va perdiendo. Se
ríen del movimiento de la pelota que pica de una manera u otra. Yo no los entiendo, será que
nunca jugué ping pong, pero a mi eso no me causa gracia. En este ambiente si son blancas todas
las paredes, unas más sucias que las otras ( mucho) pero todas blancas en fin. Y aunque las
cosas que hay en la habitación se pueden contar con los dedos de la mano se ve desordenada. Al
parecer a nadie le importa. Escuchan samba pero no bailan, la tele está prenida y nadie la está
viendo. No tiene sonido porque está en pausa. Buscamos por ahí alguna cajita de dividi que nos
ilustre qué ven. Más bien que veían y que ya no ven. Cochocho, y parece ser una copia pirata.
Ya tengo hambre. vamos a la cocina a ver qué comería si pudiera meterme en esta casa con otra
forma de ser y no como simple visión. mmm...
Gelatina con rebanadas de banana, otra gelatina de dulce de leche ( de vaca y no de cabra),
ensalada, Ades ( que trae más caries que los caramelos), limón, quechup... no mucho, comería la
gelatina de dulce de leche. Pero si viéramos mejor seguro que no, porque está vencida. Más vale
ser cautos para no perder tanto el tiempo vomitando un día entero.
En el momento en el que esta casa nos aburre un poco y decidimos escanear otro espacio, uno de
los jóvenes le da un golpe majestuoso a la bolita blanca, el golpe por el cual Dios se distrajo del
mundo unos instantes para poder apreciarlo mejor y en su descuido apretó el botón izquierdo
( el que solo se aprieta de vez en cuando): cosas extraordinarias.
La bolita, justo en el punto más alto de su vuelo, se despega en dos pedazos y deja escapar un
torrente de agua fría. Agua como lluvia que sale con fuerza risueña de medio punto blanco en
una mesa de ping pong. Los chicos se mojan, no entienden, se ríen de nuevo, se mueven. De la
bolita ahora salen renacuajos, dos tres quince cien, alguno más y ya no más nada. Se apaga el
agua yse apagan los renacuajos. Dios cerró de nuevo la boca. La chica trae un trapo de piso y los
jóvenes trapos rejilla para secar la habitación. Los renacuajos nadan ahora en los floreros y
frascos vacíos de salsa picante llenos de agua. cuando todo está casi como antes, los jóvenes
empiezan otro partido porque ya no se acuerdan el puntaje del anterior. La chica se sienta de
nuevo a la computadora, en la misma posición, dándole play a la misma canción y se dispone a
escribir algo que quizás es lo mismo que hace de hace un rato.
mejor, ya nos vamos.
viajando desde muy lejos y nos parece un buen lugar para descansar la vista un rato. Parece un
lugar casi vacío. Si, acogedor. Dos jóvenes juegan al ping pong mientras tanto una muchacha de
shorts y pelo corto teclea algunas cosas en la computadora. Cosas que no llegamos a leer y que
tampoco nos importa mucho. Vemos un poco de desorden, vemos todas las paredes blancas.
Ah, no todas; una de las paredes de la casa, la más cercana a la muchacha, es celeste. Mal gusto.
Volvemos al partido que pica en la habitación adyacente ( al rato vemos que no hay muchas más
habitaciones en la casa. Está chica). Va ganando uno de los dos jóvenes. El otro va perdiendo. Se
ríen del movimiento de la pelota que pica de una manera u otra. Yo no los entiendo, será que
nunca jugué ping pong, pero a mi eso no me causa gracia. En este ambiente si son blancas todas
las paredes, unas más sucias que las otras ( mucho) pero todas blancas en fin. Y aunque las
cosas que hay en la habitación se pueden contar con los dedos de la mano se ve desordenada. Al
parecer a nadie le importa. Escuchan samba pero no bailan, la tele está prenida y nadie la está
viendo. No tiene sonido porque está en pausa. Buscamos por ahí alguna cajita de dividi que nos
ilustre qué ven. Más bien que veían y que ya no ven. Cochocho, y parece ser una copia pirata.
Ya tengo hambre. vamos a la cocina a ver qué comería si pudiera meterme en esta casa con otra
forma de ser y no como simple visión. mmm...
Gelatina con rebanadas de banana, otra gelatina de dulce de leche ( de vaca y no de cabra),
ensalada, Ades ( que trae más caries que los caramelos), limón, quechup... no mucho, comería la
gelatina de dulce de leche. Pero si viéramos mejor seguro que no, porque está vencida. Más vale
ser cautos para no perder tanto el tiempo vomitando un día entero.
En el momento en el que esta casa nos aburre un poco y decidimos escanear otro espacio, uno de
los jóvenes le da un golpe majestuoso a la bolita blanca, el golpe por el cual Dios se distrajo del
mundo unos instantes para poder apreciarlo mejor y en su descuido apretó el botón izquierdo
( el que solo se aprieta de vez en cuando): cosas extraordinarias.
La bolita, justo en el punto más alto de su vuelo, se despega en dos pedazos y deja escapar un
torrente de agua fría. Agua como lluvia que sale con fuerza risueña de medio punto blanco en
una mesa de ping pong. Los chicos se mojan, no entienden, se ríen de nuevo, se mueven. De la
bolita ahora salen renacuajos, dos tres quince cien, alguno más y ya no más nada. Se apaga el
agua yse apagan los renacuajos. Dios cerró de nuevo la boca. La chica trae un trapo de piso y los
jóvenes trapos rejilla para secar la habitación. Los renacuajos nadan ahora en los floreros y
frascos vacíos de salsa picante llenos de agua. cuando todo está casi como antes, los jóvenes
empiezan otro partido porque ya no se acuerdan el puntaje del anterior. La chica se sienta de
nuevo a la computadora, en la misma posición, dándole play a la misma canción y se dispone a
escribir algo que quizás es lo mismo que hace de hace un rato.
mejor, ya nos vamos.
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